Nuestra hija lleva ya más de un año en Nanos, y todos los días se lanza sonriente a los brazos de Natalia (su profe), y sale claramente feliz.
El trato es súper cercano y tierno, hay mucha complicidad y sincronía con lo que hacemos en casa, y la información sobre lo que hacen (y comen) allí es constante.
Además cuando hemos estado en desacuerdo con algo o hemos creído que algo podía mejorar, lo hemos podido dialogar y se ha recibido positivamente.
Y más pluses: metodología Montessori, actividades en inglés, música y aunque parezca que no tiene patio sí lo hay, porque salen al jardín de enfrente que está vallado y es muy agradable.